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Su hijo había muerto, su hijo mayor había muerto. Aquella noticia era tan desgarradora para él ex pilar. Sentía rabia, mucha rabia. Quería ir en ese momento a asesinar a esa luna con sus propias manos, si tan sólo su hijo lo hubiera escuchado cuando dijo que podría morir si continuaba por ese camino. Golpeo con fuerza la mesita que se encontraba enfrente suyo. Debido a la frustración llevo ambas manos hacia su rostro para taparlo y poder contener un par de maldiciones y unas cuantas lágrimas que salían una tras otra de sus tristes ojos. Que amarga le sabía la vida en ese momento. Estiró su mano en dirección a una botella llena de su amado Sake, este había sido su fiel compañero hace años; no moría, no hablaba, no sentía y no le reclinaba el echo de ser un maldito alcoholico. Justo cuando estaba más que decidido a caer en aquel vicio dañino, llegó uno de los cuervos que usaban en Demon Slayer para comunicarse. Y este ahora le estaba dando aviso que sería el maestro de una joven que Kyojuro estaba entrenando para ser la nueva pilar en caso de que esté falleciera. Ahora era su responsabilidad. "Maldita sea." Dijo con rabia mientras apretaba los dientes y bebía el poco sake que quedaba en aquella botella. Ahora debía poner un pie en aquella institución, genial. Realmente su vida comenzaba a ser patética. Luego de una rabieta de unos minutos, se dirigió a aquel lugar en donde comenzaría a entrenar a su nueva alumna. Afortunadamente esto sólo sería por un corto tiempo.
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